Era lo que ella siempre había deseado, un chico que se preocupara por ella, le hiciera reír, cariñoso, sin miedo a expresar sus sentimientos y atractivo. Un chico de película, y estaba ahí...
A veces sentía que tanto bien no le correspondía, que no podía ser cierto que a alguien como ella le estuviera destinado un chico casi perfecto.
En la primera cita, paso el día entero preguntándose como seria, que pasaría y si realmente le gustaría de verdad o acabaría decepcionada al final de la cita como había pasado otras tantas veces.
Pero esta vez era diferente, tenia ganas de verle, de conocerle y de saber que sucedería con aquel chico que tanto interés mostraba en ella.
El, fue a trabajar como todas las mañanas, esta vez con un aire diferente, sentía que iba a ser un buen día. Llegó algo cansado de trabajar pero se ducho y preparo a conciencia, pensaba que era un chica un tanto difícil de conseguir, llegó a pensar que algo inalcanzable para el, pero aun así se moría de ganas de conocerla y saber todo de ella. Cogió su coche y salio en su busca.
El esperaba en el coche, ella nerviosa cogió su bolso y bajo a su encuentro. Entro en el coche y se miraron, besos castos en las mejillas y fin.
Unas cervezas y una tarde entera sin parar de hablar, sentían que el destino les había unido y habría que hacer caso a esta repentina unión. Cuando se despidieron, no pudieron evitar el deseo de besarse sin parar, era extraña la sensación de no querer separarse el uno del otro cuando se conocían desde hace unas horas.
Ella llegó a casa con la sensación de que algo bueno estaba comenzando, el, sintió lo mismo.